¿Hay estrategias emocionales que pueden facilitarnos la vida?
Al parecer sí. Según un estudio de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, las personas que aplican la llamada “revaluación cognitiva” tienden a padecer menos ansiedad que otras. Esta estrategia consiste en observar los problemas o situaciones difíciles desde una perspectiva positiva, considerándolos como un desafío o una posibilidad. Según los autores de la investigación, aunque no se pueda hacer mucho para condicionar factores ambientales o genéticos que contribuyen a la ansiedad, sí que se pueden cambiar las estrategias de regulación emocional para reducirla.
¿Qué solemos hacer cuando tenemos un problema? ¿Ocultarlo? ¿Hacer como que no existe? ¿Esperar a que se solucione?
Las personas que suprimen sus emociones en circunstancias problemáticas tienden más a sufrir ansiedad que aquellas que aplican una estrategia de regulación emocional. Cuando nos enfrentamos a situaciones adversas evaluarlas junto a otros puede ayudarnos a reducir nuestra ansiedad.
La investigación consistió en una serie de cuestionarios, con los que los científicos preguntaron a 179 hombres y mujeres sanos cómo gestionaban ellos sus emociones y su grado de ansiedad, en diversas situaciones. Después, los autores del estudio –publicado en la revista Emotion - analizaron los resultados de los cuestionarios, con el fin de averiguar si diversas estrategias emocionales estaban relacionadas con un mayor o menor grado de ansiedad.
Este análisis reveló que aquellas personas que aplicaban la estrategia de regulación emocional antes mencionada tendían a padecer niveles más bajos de ansiedad social y menos ansiedad general que aquéllas que evitaban expresar sus sentimientos.
Así, si la evaluación de una situación es la interpretación personal o la visión que tenemos de ella, la revaluación sería la reinterpretación de dicha circunstancia. Las personas que, al hacer esto, son capaces de replantear y reconsiderar lo que les ocurre para encontrar sus aspectos positivos o entienden los problemas más como desafíos estimulantes que como algo negativo tienen menos ansiedad.
El hallazgo es relevante, si se tiene en consideración que en la actualidad se estima que un 20.5% o más de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad, generalmente sin saberlo.
En las sociedades modernas, la ansiedad se ha desarrollado de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos que constituyen los denominados trastornos de ansiedad, que tiene consecuencias negativas y muy desagradables para quienes lo padecen. Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, etc.
La Organización Mundial de la Salud ha predicho que en 2020, la ansiedad y la depresión –que tienden a concurrir- estarán entre las principales causas de incapacidad en el mundo, superada sólo por las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, no toda la ansiedad es mala. Un nivel bajo de ansiedad puede ayudar a mantener el tipo de atención que necesitamos para conseguir hacer las cosas. De hecho, suprimir las emociones también a veces puede resultar una buena estrategia en una situación a corto plazo.
De igual modo, una actitud siempre positiva puede ser peligrosa y hacer que la gente ignore, por ejemplo, sus problemas de salud o se implique en comportamientos de riesgo.
Lo importante de esta investigación es que revela que la ansiedad se puede reducir si se cambian las estrategias emocionales: “No se puede hacer mucho para condicionar factores ambientales o genéticos que contribuyen a la ansiedad. Pero sí se pueden cambiar las estrategias de regulación emocional”,
Referencia bibliográfica:
Nicole Llewellyn, Florin Dolcos et al. Reappraisal and Suppression Mediate the Contribution of Regulatory Focus to Anxiety in Healthy Adults. Emotion (2013) (en prensa).
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